Otermín Laureano Montes De Oca
Datos personales:
Sexo: Masculino.
Documento de Identidad: Nº 889.253.
Credencial Cívica: BXB 5.196.
Individual dactiloscópica: E 1313 I 1112.
Edad: 45 años.
Fecha de nacimiento: 25.02.1930.
Lugar: Departamento de Lavalleja.
Nacionalidad: Uruguaya.
Estado civil: Casado.
Hijos: 4.
Domicilio: Ruperto Pérez Martínez 446, barrio de La Teja, Montevideo.
Ocupación: Trabajó en CONAPROLE como calderista y corredor de ventas. Al momento de su detención tenía un taller de fabricación de cepillos en los fondos de su casa.
Militancia: Partido Comunista (PCU), Frente Amplio (FA).
Detención:
Testigos: Edelmira Correa de Montes de Oca (esposa), Gladis Beatriz Montes de Oca (hija, 8 años), Gerardo Douglas Montes de Oca (hijo, 14 años), Graciela Isabel Montes de Oca (hija, 11 años), Pablo Gabriel Montes de Oca (hija, 1 año), el contador y un operario del taller de cepillos ubicado en su casa, una vecina.
Testimonios: Testimonio de la Sra. Edelmira Correa de Montes de Oca ante la Comisión Investigadora Parlamentaria sobre situación de personas desaparecidas y hechos que la motivaron: Voy a comenzar expresando que entraron a mi casa el 17 de diciembre de 1975 a la una y media de la mañana. Estábamos descansando con mis cuatro hijos (…). Golpearon en la puerta de entrada y ventanas diciendo que eran de las Fuerzas Conjuntas. Mi esposo se levantó para abrir; les abrió la puerta y en ese momento comprobamos que ellos prácticamente habían irrumpido por toda la casa, por el fondo y demás. Enseguida lo separaron a él de nosotros y lo llevaron para el fondo. A mí me separaron de mis hijos dejando a ellos en un dormitorio y a mí en otro. Me preguntaron por el nombre de cierta persona para saber si la conocía; les manifesté que no la conocía. Empezaron a levantar pisos y a romper muebles. En realidad no sé que buscaban. En cierto momento a mi esposo, que lo habían llevado para el fondo, lo trajeron de nuevo para adentro de la casa aunque aquí tampoco lo veíamos. Después lo volvieron a sacar para afuera. El operativo lo hicieron muchas personas y todos estaban de particular aunque uniformemente vestidas, ya que venían con pantalones, jeans y championes. Cuando llevaron a mi esposo de nuevo para el fondo nos repetían que nosotros debíamos decir lo que sabíamos y que tendríamos que hablar. Uno de ellos era muy amable, pero después venía otro que era duro y que nos decía que teníamos que hablar porque si no iban a romper todo. Ellos decían que de todos modos iban a encontrar lo que buscaban. Pidieron para mi esposo una toalla y un vaso de agua. Teníamos una canilla en el patio y le dijeron que se lavara ahí. Él estaba muy golpeado. Lo vi a cierta distancia. Después comprobamos que el vaso apareció tirado en el fondo aunque la toalla no la encontramos más. Ellos estuvieron dos o tres horas buscando cosas y destrozando todo. Mi esposo estuvo siempre en el fondo sin comunicación con nosotros; tampoco yo me podía comunicar con mis hijos. En cierto momento nos ordenaron a mi hija de dieciocho años y a mí que nos vistiéramos ya que nosotras también las íbamos a tener que acompañar. Yo estuve durante todo ese tiempo sin vestirme; era de madrugada. Me hicieron ir al baño a vestirme aunque siempre con la puerta abierta y una persona apuntándome. Me vestí esperando que también a mí me llevaran. A mi esposo no lo veíamos; lo tenían en el fondo. Sacaron a mi hija para afuera y me mostraron cómo habían roto todo. A mi hija le preguntaban cosas y ella siempre respondía que no sabía nada. Después me sacaron a mí y sentí que mi esposo decía: “Mi familia no tiene nada que ver; déjenla tranquila”. Fueron las últimas palabras que oí de él; después no lo vimos más. Durante todo el operativo iban y venían coches. Sentíamos que afuera había muchos autos. Habían trancado las ventanas con alambre; no podíamos acercarnos a las puertas ni a las ventanas. Había una mujer que dijo que era periodista o fotógrafa; era la única mujer del grupo; después se fue. Constantemente sentíamos que arrancaban autos. (…) Había una persona que comandaba el operativo y estaba sentada en el sillón del living. (…) Luego partieron todos y posteriormente, no habían pasado dos minutos, retornaron por el fondo dos personas armadas diciendo que se iban a quedar en la casa. Cerraron todas las puertas y nos mantuvieron a mí en una pieza y a mis hijos en otra. Mi hijo más chico, que tenía un año y medio, también fue separado de mí. Habían pasado la noche en mi casa y también el resto de la mañana ya que cuando se fueron eran casi las cinco de la madrugada. (…) Así pasaron dos días y medio (desde la detención). Vino entonces un camión del Ejército con personal uniformado. Me preguntaron si había sido bien tratada y yo dije que sí, pero que no sabía lo que estaba pasando con mi compañero; dónde estaba. Pregunté por él y me dijeron que posiblemente pronto estuviera de vuelta. Eran un oficial y dos personas de menor grado. Me hicieron firmar un papel en el que se decía que no había sido maltratada y que todo estaba en orden. (…) Al otro día, de noche volvieron dos de los que habían venido antes -los que dirigieron el grupo- y les pregunté cómo y dónde estaba mi esposo. Uno me contestó: “está vivo; si estuviera muerto te lo traeríamos en un cajón”. Mi esposo sufría de los bronquios, y hacía poco tiempo le habían hecho una cantidad de exámenes; yo los junté todos por si en algún momento me los pedían. Les dije: “mi esposo sufre de los bronquios y está en tratamiento”. Entonces, se miraron y uno le dijo al otro: “mirá, sufre de los bronquios”… Yo recorrí, entonces, todos los cuarteles y regiones militares y en ninguno figuraba como detenido ni como requerido.
Atribuido a: Integrantes del Organismo Coordinador de Operaciones Antisubversivas (OCOA). Según testigos, el que dirigía el operativo en la casa era un hombre alto, canoso, vestido de particular y tenía un tic nervioso que le obligaba a cerrar un ojo. El otro oficial que lo secundaba era robusto, morocho, de aproximadamente 40 años. Éste fue vuelto a ver unos años después paseando con su familia en el Prado y fue reconocido en otro allanamiento realizado en la casa, a los pocos días de la detención de Montes de Oca.
Casos conexos: “Operación Morgan”, operativo represivo a gran escala desatado desde el 20.10.1975 contra el Partido Comunista (PCU). Como parte del mismo operativo, dos días antes del arresto de Montes de Oca es detenido Carlos Arévalo (15.12.1975) y, el día anterior, Julio Correa (16.12.1975) quienes desaparecerán. Otros detenidos y desaparecidos serán: Eduardo Bleier, Juan Manuel Brieba, Ubagesner Chaves Sosa, Julio Escudero, Horacio Gelós Bonilla, Fernando Miranda y Elena Quinteros. También fallecen a consecuencia de las torturas recibidas en el “300 Carlos” (sus cuerpos fueron entregados a los familiares), los militantes comunistas: Óscar Bonifacio Olveira Rossano, Ruben Etchebarne, Luis Pitterle, Emilio Fernández y Hugo Pereira.
Desaparición
Fecha posible de fallecimiento: 20.12.1975 (Según Informe Final de la Comisión para la Paz). Antes del 25.12.1975 (Según Informe del Comandante en Jefe del Ejército al Presidente de la República).
Lugar: Centro clandestino de detención “300 Carlos” que funcionaba en el Servicio de Material y Armamento (SMA), en el predio a los fondos del Batallón Nº 13.