Eduardo era odóntologo, estaba casado, tenia 4 hijos y era militante del Partido Comunista de Uruguay. Fue secuestrado en la calle el 29 de octubre de 1975, se encontraba clandestino y era miembro del Comité Central y responsable de finanzas de Montevideo del PCU

Eduardo Bleier Horovitz

Datos personales:

Sexo: Masculino.
Documento de Identidad: 499.228.
Credencial Cívica: AHA 4170.
Individual dactiloscópica: V 4444 V 4444.
Edad: 47 años.
Fecha de Nacimiento: 12.11.1927.
Lugar: Montevideo.
Nacionalidad: Uruguaya.
Estado civil: Casado.
Hijos: 4.
Domicilio: San José 1276, Montevideo.
Ocupación: Odontólogo.
Alias: Enrique.
Militancia: Miembro del Comité Central, Secretario Departamental de Finanzas, Partido Comunista (PCU), Frente Amplio (FA).

Detención:

Fecha: 29.10.1975.

Lugar: Vía pública, Montevideo. Uruguay.

Hora: Entre 21 y 22 hs.

Reclusión: Casa en Punta Gorda (Rambla República de México Nº 5515), centro clandestino de detención dependiente del Organismo Coordinador de Actividades Antisubversivas (OCOA), conocido como el “Infierno Chico”. Trasladado luego al centro clandestino de detención conocido como “300 Carlos”, “El Infierno Grande” o “La Fábrica”, que funcionaba en las instalaciones del Servicio de Material y Armamento del Ejército (SMA), a los fondos del Batallón de Infantería Mecanizada Nº 13, en Av. de las Instrucciones. También es internado en el Hospital Militar.

 

Testigos: Rita Ibarburu (detenida el 31.10.1975), Sara Youtchak (21.10.1975), José Wolman (04.11.1975), Alcides Lanza (02.02.1976), Vilma Antúnez (03.11.1975).

 

Testimonios: Testimonio de Rita Ibarburu ante la Comisión Investigadora Parlamentaria sobre situación de personas desaparecidas y hechos que la motivaron: Yo fui presa el 31 de octubre de 1975 en lo que llamamos “El Infierno” -hubo varios-; estuve en contacto con Bleier. Nos veíamos, pero no hablábamos. De modo de que esa apreciación de que Bleier nunca estuvo preso, es mentirosa. Con frecuencia nos hablábamos a la distancia; él me llamaba y yo lo llamaba y respondía a las cosas que me decía, generalmente, con el criterio de levantar el ánimo de los compañeros. Eso sucedió en dos oportunidades. En Punta Gorda y en Blindados 13. En ambos casos conversábamos, nos hablábamos a la distancia y, más o menos, nos decíamos las mismas cosas. (…) Él estaba a una distancia grande de mí; nos gritábamos. Las condiciones en que estábamos eran lamentables, desde luego; nos llevaban y nos traían de la tortura. No obstante, la palabra de Bleier siempre se oyó, y se oyó, pienso, con el propósito de levantar el ánimo de los que estaban en las mismas condiciones que él. Después lo vi. Estaba en un foso, con unos tablones por arriba, no se si en estado de inconsciencia, pero no hablaba, y nos obligaban a pasar por arriba de los tablones para ir al baño. Nosotros pisábamos ese cuerpo probablemente. Yo lo vi sacar del Blindados 13 el 12 de diciembre de 1975, con una máscara de oxígeno, lo que da la idea de las condiciones en que se encontraba. Después no lo vi más. A mí me sacaron del Blindado 13 el 25 de diciembre de 1976, es decir que estuve allí tres meses, y muchas veces le oí hablar

 

Testimonio de Sara Youtchak ante la Comisión Investigadora Parlamentaria sobre situación de personas desaparecidas y hechos que la motivaron: (…) Afirmo haber reconocido a Bleier y haber hablado con él. Insisto en que fueron mensajes de esos que en una situación como la que vivíamos pueden darse por ese acercamiento de gente que se quiere, se conoce y demás. En esa oportunidad me sacaron dos veces de ese lugar, al que después identificamos -inclusive hay testigos- como lo que se llamó la “cárcel del pueblo”. En dos oportunidades me sacaron y me volvieron a llevar a Punta Gorda. El 1º o el 2 de noviembre me trasladaron al “300 Carlos” Grande; siguió con el mismo nombre, pero en otro lugar; era el 13. (…) En ese lugar volví a reconocer la voz de Eduardo Bleier. En verdad que estaba muy destrozado físicamente. (…) El “300 Carlos” Grande estaba en el 13; era un enorme galpón que tenía grandes pozos, los que dejaban al descubierto los cables. El clima que allí se creaba era tremendo. (…) El centro de la tortura era Eduardo Bleier, ya que su voz era absolutamente inconfundible. (…). A fines de diciembre de 1975 -no recuerdo exactamente la fecha, pero fue después de Navidad y antes de fin de Año, o sea, alrededor del 28 de diciembre-, alguien me avisó que Bleier estaba en la puerta del baño. Nos llevaban al baño con la mano sobre el hombro de alguien, porque estábamos vendados. A pesar de que estaba vendada, vi que Bleier estaba tirado al lado de la puerta y que tenía un tanque de oxígeno, por lo que puedo afirmar que estaba vivo. Nunca más lo vi. (…).

 

Testimonio de José Wolman ante la Comisión Investigadora Parlamentaria sobre situación de personas desaparecidas y hechos que la motivaron: (…) Fui detenido el 4 de noviembre de 1975 y conducido a un lugar conocido posteriormente como el Infierno, por las torturas que allí se practicaban y permanecí hasta fines del mes de noviembre. Luego, si bien no puedo precisar exactamente el día que ocurrió, junto con un grupo de personas fui llevado al cuartel del Camino Maldonado donde continuó la misma situación. En el período en que estuve vendado puedo atestiguar que escuché al Dr. Eduardo Bleier. Lo conocía desde hace muchos años, tal vez alrededor de treinta y cinco. Me atendió como odontólogo en casa de sus padres, en la calle Río Negro casi Canelones. Puedo afirmar que estaba detenido en ese lugar porque reconocí su voz. Llamaba a otros compañeros, llamaba, por ejemplo, a Luis, a Chiquita y a su hijo, Carlitos, y daba la sensación de que estaba alterado. Ellos le decían: “Tranquilo Eduardo; calma Eduardo”. Esta es la parte más segura de mi testimonio. Yo no lo vi pero lo escuché. (…) Reitero que él hablaba y llamaba por su nombre a quienes mencioné y le decían que se calmara. (…).

 

Testimonio de Alcides Lanza en el Informe del Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas (29.03.1982): Conozco personalmente al Sr. Eduardo Bleier desde el año 1955; nuestro trato recíproco se mantuvo hasta el año 1975. Por ese motivo mi capacidad para identificarlo personalmente no ofrece dudas. Fui detenido en Montevideo el 2 de febrero de 1976 y permanecí preso hasta el 1º de julio de 1979 (…). Al comienzo de mi detención, en una fecha situada entre el 6 y el 10 de febrero de 1976, y que no puedo precisar más exactamente, se produjo el episodio que relato a continuación: me encontraba recluido en los cuarteles del Regimiento de Infantería Nº 13, situado en el Camino Casavalle, en Montevideo, sometido a incomunicación total y torturas junto con otros presos. En dos o tres oportunidades tuve violentos forcejeos con los torturadores, y me arranqué la capucha que tenía puesta permanentemente, impulsado por el dolor o la desesperación. En esa oportunidad vi a Eduardo Bleier, que estaba siendo sometido a salvajes torturas por un grupo de hombres. Le identifiqué clara y positivamente, sin duda alguna y confirmé con ello la certidumbre que ya antes tenía de que el Sr. Bleier estaba allí y está siendo torturado, derivada de que había reconocido perfectamente su voz durante largo tiempo, tanto en tono normal como en alaridos desgarradores que profería al ser torturado. (…).

 

Testimonio de Vilma Antúnez en el Informe del Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas (29.03.1982): En la noche de ese mismo día (7 de noviembre) sentimos gritos y vimos a Bleier caer rodando por la escalera que conducía a las piecitas de arriba. Cuando llegó al suelo se incorporó y les gritó algo, por lo que fue castigado a golpes. Al otro día, entre gritos de una de las peores sesiones de torturas, sentí de repente que unas seis o siete personas se acercaban forcejeando con alguien que en determinado momento se aferró a mí y me dijo: “Me quieren matar”. En ese momento me pisaron en un seno y el dolor me obligó a incorporarme (…). Se me corrió la venda y vi que unos cuantos torturadores llevaban otra vez a Bleier para arriba.

 

Testimonio del ex soldado y fotógrafo Hugo Walter García Rivas, integrante de la Compañía de Contrainformaciones del Departamento II del Estado Mayor del Ejército entre 1977-1979. En el libro: “Memorias de un ex torturador” (El Cid Editor, Argentina, 1984, p. 88), interrogado acerca de si reconocía en las fotos que se le muestran de ciudadanos desaparecidos, responde: Me parece que a esta persona la vi (se trata de Eduardo Bleier). Cierta vez nosotros andábamos buscando una persona, teníamos su foto y se pensaba que podía estar detenida en el “300 Carlos”, y por eso fuimos ahí y miramos a todos los detenidos. Eso fue en el 77,78…, no recuerdo. En el “300 Carlos” hay unas celdas individuales, unas diez celdas. En esas celdas las personas están sin capucha. Tiene apenas una rejilla para mirar.


Atribuido a: Integrantes del Servicio de Información de Defensa (SID), que luego lo entregan al Organismo Coordinador de Operaciones Antisubversivas (OCOA), según el Informe del Comandante en Jefe del Ejército al Presidente de la República. Según la descripción de testigos, el oficial que dirigía las torturas en el “300 Carlos” era bajo, de complexión fuerte, ojos almendrados grandes y oscuros, morocho, con poco pelo. Lo llamaban “la pesada”.


Casos conexos: “Operación Morgan”, operativo represivo a gran escala desatado desde el 20.10.1975 contra el Partido Comunista (PCU). Detenciones y desapariciones de Carlos Arévalo, Juan Manuel Brieba, Julio Correa, Ubagesner Chaves Sosa, Julio Escudero, Horacio Gelós Bonilla, Fernando Miranda, Otermín Laureano Montes de Oca y Elena Quinteros.

También fallecen a consecuencia de las torturas recibidas en el “300 Carlos” (sus cuerpos fueron entregados a los familiares), los militantes comunistas: Óscar Bonifacio Olveira Rossano, Ruben Etchebarne, Luis Pitterle, Emilio Fernández y Hugo Pereira.
 
Desaparición:

Fecha posible de fallecimiento: 01-05.07.1976.

Lugar: Centro clandestino de detención “300 Carlos” que funcionaba en el Servicio de Material y Armamento (SMA), en el predio del Batallón Nº 13.

Circunstancia: A consecuencia de las graves y continuas torturas recibidas es internado en el Hospital Militar. Luego es devuelto al “300 Carlos”, teniendo que usar una máscara de oxígeno en forma permanente a causa de su deteriorado estado físico. Es ingresado nuevamente en el Hospital Militar y retornado otra vez al “300 Carlos” donde se le tortura hasta morir.