Bonifacio era oriundo de Durazno, estaba casado, tenía 2 hijos, trabajaba como obrero metalúrgico en la fábrica CINOCA y militaba en el Partido Comunista del Uruguay. Un operativo de más de veinte efectivos identificados como integrantes de las Fuerzas Conjuntas irrumpieron en su domicilio la madrugada del 16 de diciembre de 1975. Lo detienen y lo llevan a varios centros de tortura.

Bonifacio Olveira Rosano

Datos Personales:

Documento de Identidad: 759.639.
Credencial Cívica: RAB 4009.
Edad: 56 años.
Fecha de nacimiento: 14.05.1919.
Lugar: Departamento de Durazno.
Nacionalidad: Uruguaya.
Estado civil: Casado.
Hijos: 2.
Domicilio: Camino Ariel N° 4384, apartamento N° 4.
Ocupación: Obrero metalúrgico de la fábrica CINOCA. Sereno.
Militancia: Partido Comunista (PCU), Frente Amplio (FA).

 

Detención

Fecha: 21.10.1975 (según MRREE). 16.12.1975 (según SERPAJ y testimonios de los hijos).

Lugar: En su domicilio.

Hora: Alrededor de las 03:45 horas de la madrugada.

Circunstancia: Según Rosario Olveira (hija), ingresan a su domicilio un grupo aproximado de 20 o 30 personas, diciendo pertenecer a las Fuerzas Conjuntas. En dicho operativo participaron hombres y mujeres.
Reclusión: Centro clandestino de detención conocido como “300 Carlos”, “El Infierno Grande”, “La Fábrica”, que funcionaba en las instalaciones del Servicio de Material y Armamento del Ejército (SMA), a los fondos del Batallón de Infantería Mecanizada N° 13; Batallón de Artillería N° 1, Cuartel de “la Paloma”, en el Cerro.

 

Casos conexos: El régimen militar desplegó a partir de octubre de 1975 una profunda persecución y represión contra toda la estructura orgánica del PCU. Todo indica que se trató de una decisión política adoptada en las más altas esferas de la cúpula militar. Esta operación a gran escala fue denominada en la jerga represiva como “Operación Morgan” y su epicentro fue la estructura del partido (Comité Central, finanzas y propaganda y demás). Para llevar adelante dicha operación, se recurrió a la detención de sus dirigentes y militantes. Es importante aclarar que la misma combinó, en forma paralela, sobre todo a partir de enero-febrero y hasta junio de 1976, la represión a la Unión de Juventudes Comunistas (UJC). Las acciones represivas fueron implementadas por el Órgano Coordinador de Operaciones Antisubversivas (OCOA). Este órgano operaba bajo la órbita de la División de Ejército I cuyo comandante era por entonces el Gral. Esteban Cristi, siendo el segundo jefe al mando el Cnel. Julio César González Arrondo. Fue por entonces que el OCOA comenzó a utilizar centros clandestinos de detención (CCD). Los detenidos eran allí interrogados mediante brutales torturas, permaneciendo en ellos varios meses en calidad de “desaparecidos”, luego de lo cual la mayor parte eran conducidos ante el Juez Militar. Los CCD utilizados durante la Operación “Morgan” fueron conocidos con el nombre de “Infiernos”, los que también fueron utilizados en la represión contra militantes de otras organizaciones izquierdistas. En un comienzo se usó la casa ubicada en Punta Gorda, en Rambla República de México N° 5515, también conocida como “300 Carlos R” o “Infierno Chico” y la casa conocida como “Cárcel del pueblo”, utilizada hasta 1972 por el MLN- T para retener secuestrados, situada en la calle Juan Paullier. Pero el día 2 de noviembre por la madrugada, las decenas de militantes que se encontraban detenidos en esos CCD fueron trasladados en camiones militares a inaugurar un tercer CCD, que sería conocido como “300 Carlos”, “El Infierno Grande” o “La Fábrica”2, emplazado en los galpones del Servicio de Material y Armamento (SMA), en los fondos del Batallón de Infantería Blindada Nº 13, sito en Avenida de las Instrucciones 1325, muy próximo a la vía férrea que une Peñarol con Manga. Tanto el Batallón como el SMA dependían directamente del Comando General del Ejército. Allí los detenidos tenían adjudicado un número por el cual eran llamados y que les era colgado del cuello, para convocarlos a las sesiones de tortura. En coherencia con el carácter “clandestino” de las operaciones, en estos CCD los represores actuaban de manera compartimentada, utilizando el alias de “Óscar” acompañado por un número.
Entre las decenas de detenidos y torturados en estos CCD, doce fueron asesinados bajo torturas o murieron como secuela de las mismas en prisión en los años siguientes: Óscar Bonifacio Olveira Rossano, Nuble Donato Yic, Norma Aída Cedrés de Ibarburu, Carlos María Argenta Estable, Luis Alberto Pitterle Lambach, Emilio Fernández Doldán, Hugo Pereyra Cunha, Julián Basilicio López, Miguel Almeida Molina, Hilda Sara Delacroix Scaltriti de Ormaechea, Gerardo Cuesta, Silvina del Carmen Saldaña Lapeira y Carlos Etchebarne.
Nueve militantes fueron desaparecidos: Eduardo Bleier, Juan Manuel Brieba, Fernando Miranda Pérez (restos recuperados de su tumba clandestina el 2 de diciembre de 2005), Carlos Pablo Arévalo Arispe, Julio Gerardo Correa Rodríguez, Otermín Laureano Montes de Oca Doménech, Horacio Gelós Bonilla, Lorenzo Julio Escudero Mattos y Ubagesner Chaves Sosa. Este último caso correspondió a una operación conducida por oficiales de la Fuerza Aérea, presumiblemente en el contexto de la coordinación represiva (sus restos fueron recuperados de su tumba clandestina el 29 de noviembre de 2006).
No resulta evidente el momento de clausura de la Operación “Morgan”. Si nos atenemos al funcionamiento del principal CCD utilizado, las fuentes disponibles permiten considerar que hacia fines de 1976 o principios de 1977, el “300 Carlos” habría sido clausurado y los últimos detenidos en el lugar trasladados el CCD de “La Tablada”.


Fallecimiento

Fecha de muerte: 27.02.1976. Entregan el cuerpo a sus familiares el 28.02.1976.

Lugar: Es herido en el Grupo de Artillería N° 1, ubicado en el Cerro de Montevideo, Santín Carlos Rossi y La Boyada, Cuartel “La Paloma”; fallece en el Hospital Central de las Fuerzas Armadas.
Circunstancia: Es herido de bala por uno de los guardias que los custodiaba. Según el testimonio de Aurelio Pérez González, “recibe un balazo de pistola de un cabo de guardia. La bala del mismo tiro queda incrustada en la espalda, cerca de la columna de Rubén Etchebarne, obrero de CINOCA”, en concordancia con ello Guillermo Stoll agrega, “Al cro. Oliveira le entró la bala por el pecho y le salió por la espalda por lo visto y la bala siguió la trayectoria y le quedo en la espalda del compañero Etchebarne. Los 2 fueron internados esa misma noche.”

Certificado de defunción: Firmado por el Médico Forense, Dr. Isaac Rivero.

Autopsia: 01.03.1976. Inscripción en el libro de Anatomía Patológica (1975-1978), página 67. Número de registro: 31279, “Bonifacio Olivera Rossano. [sic] HIGADO.”


Testimonios: 
Testimonio de Aurelio Pérez González (detenido): “Torturado en el Batallón Nº 13. Llega con la mayoría de los compañeros objeto de la denuncia al Cuartel de Artillería Nº 1, La Paloma. Luego de pasar por las torturas, el día 17 de febrero recibe un balazo de pistola de un cabo de guardia. Como luego del balazo llega a gritar “sáquenme esta venda de mierda” (estaba encapuchado y se arranca la capucha con lo que todos lo vieron). La bala del mismo tiro queda incrustada en la espalda, cerca de la columna de Rubén Etchebarne, obrero de CINOCA. Llevan a Olveira al Hospital y anuncian a los demás presos que ha sido operado y salido bien. Posteriormente muere.”

 

Testimonio de Guillermo Stoll en “Cuestionario Entrevista a Liberados”: “Estaba frente a mí, en la fila de incomunicados. Un atardecer, estábamos esperando la comida se escuchó un estampido de un arma de calibre y el grito del compañero Olivera [sic] y de otro compañero que también recibió la bala en 2º lugar. Al cro. Oliveira le entró la bala por el pecho y le salió por la espalda por lo visto y la bala siguió la trayectoria y le quedo en la espalda del compañero Etchebarne. Los 2 fueron internados esa misma noche. Oliveira salió hablando porque lo oí, lo pasaron frente a mí y les dijo que le sacaron la venda que tenía en los ojos. Se lo llevaron. A los 4 o 5 días volvió Etchebarne del Hospital. No le habían sacado la bala, no lo operaron, le dejaron la bala próxima a la columna. Posteriormente, es decir, por la incomunicación en que estábamos no supe que había pasado con Oliveira. Cuando me levantaron la incomunicación y pude hablar con Etchebarne fue que me dijo que Oliveira había muerto la misma noche en el Hospital. A pesar de que un médico, se dijo tal, nos dijo que había estado en el quirófano, y que Oliveira estaba bien. Cosa que no era cierto, pues según Etchebarne, esa misma noche falleció Etchebarne muere un año después, de un cáncer a la garganta pero los tratos recibidos evidentemente precipitaron su muerte.”

 

Testimonio de Rosario Olveira (hija): “Al ir a llevarle la ropa en el cuartel del prado, (lo que hacíamos desde el 6 de enero aprox. [de 1976] ubicado en Camino Castro, y (al) no recibir la ropa de él, en la confusión mi hermano ve que en la lista dice que está internado en el hospital militar. Inmediatamente se desplaza hacia allí junto con nuestro tío, y no nos permiten verlo. Y que su estado es reservado, tampoco nos informan que le había sucedido .Gracias a una gran compañera y enfermera, ahora fallecida (Elena Tedesco). Pudimos enviarle nuestro saludo, nuestro padre pregunto cómo estaba su familia y que nos dijeran que él estaba bien. Esa tarde es vuelto nuevamente a intervenir es el 27/2 por hemorragia interna, donde fallece en sala de operaciones. A las 17 y 30 de la tarde partida de defunción firmada por el Dr. Isaac Rivero. Llegamos nuevamente al hospital el 28/2 para ver como continuaba mi padre, pues no nos habían informado de su fallecimiento. Allí el comandante en jefe del Hosp. recibe a mi hermano y mi tío, donde les comunica que nuestro padre ha fallecido. Se nos entrega el cuerpo con cajón abierto, con una delgadez extrema, llevaba en sus labios una sonrisa, muchos me han dicho que esto les sucede a personas que han sufrido mucho. Tanto su velorio como entierro, fue celosamente custodiado. Pero debieron estar afuera, la gran cantidad de gente que nos acompaño, no les permitió que avanzaran. Pues intentar, lo intentaron solo que no pudieron. Fue enterrado el 29/2 en la mañana, allí apareció quien sería el responsable del cuartel en esas momentos-, parados cruzados de brazos, con aquella prepotencia que los caracterizo siempre. Hubo una cuadra extensa de compañeros que acompañaron a mi padre hasta su última morada, hasta un ómnibus de la empresa COME, cedido por un vecino, que fue repleto”.


Atribuido a: Las dos personas responsables de su custodia. Uno de ellos, Adán Pereyra Colman; se desconoce el nombre del otro guardia carcelario.